En esta rultra, vamos a cubrir parte de los ultramarinos de la zona sur de Sevilla, concretamente de la Avenida de la Palmera y del tranquilo barrio de El Porvenir.

La línea de salida se sitúa en Casa Martín, (Calle Montevideo, esquina con Calle Santa Rosa), son las 20:00 y estamos rozando la hora de cierre, pero es pleno mayo y eso de andar bajo el sol sevillano y practicar la “sauna activa” no Interior Casa Martínapetece mucho.

 Además, media hora es tiempo perfecto para saborear un papelón de jamón y si acaso un botellín o un vinito que Vicente, propietario del negocio, tenga abierto por ahí. Aproximarse a su puerta de cristal, pasar bajo el toldo rojiverde (hábil solución cromática para que ningún forofo del esférico se lo tome a mal en esta ciudad dicotómica) y respirar ese frescor que emana de las bodegas tradicionales es una sensación cuanto menos, placentera. No menos placentera, por cierto, que una sabanita de jamón (o algún otro producto curado originario de la Sierra de Huelva) acompañado por un buen botellín de cerveza congelada. La estancia respira serenidad, silencio…porque, además yo soy de los que dice que cuando se come, se calla, y cuando se calla, si hay hambre y buena materia prima, se come. Fijaos en la estantería de ladrillo de los vinos, y en los azulejos de la pared. Grandeza absoluta!! Es una pena que apenas se conserven elementos del antiguo ultramarinos del 53, pero así es la vida…

Como no queremos pasarnos de la hora, salimos apresuradamente y caminamos hacia Alimentación San José. Esta parte del itinerario, queridos rultreros, es la más árida, puesto que nuestro siguiente objetivo se encuentra en otra esquina del recorrido: la de la calle Chaves Rey con Lorenzo de Sepúlveda. Lo mismo esto no os suena a nada, pero creedme, no está cerca y el camino puede hacerse largo hasta para Frodo y compañía (avisados quedáis). Afortunadamente vamos por la Avenida de la Borbolla y pasamos por el Parque de María Luisa, contemplando y entreteniéndonos con los edificios de la Exposición Iberoamericana de 1929. Construcciones que han sido reconvertidas en centros universitarios, consulados, escuelas de danza, museos, cuarteles e incluso en viviendas. Precisamente, Alimentación San José ocupa uno de los locales del edificio que alojó a arquitectos, ingenieros, aparejadores y demás artífices de este salpicón de edificios del 29. Si nos da tiempo, incluso podemos ver un pequeño solar, justo a las espaldas, en el que se asentó una montaña suiza (que es como una montaña rusa, pero supongo que con menos vodka) durante la famosa Exposición Iberoamericana.

Sin más dilación, entremos en este desavío de barrio y pidamos algo. Mis opciones son, o un papelón de queso Edificio de Alimentación San José(Tarancón, por ejemplo), o si vamos acompañados, un bocadillo caliente partido en varios trozos y escoltado por unos botellines de cerveza. Dejaos aconsejar y probad alguno de sus ocurrentes bocatas calientes, “er del taco”, “el currito” o “el sarkozy” están hechos al instante, a la vista, y salen más baratos que un montadito…¿por qué no pedirlo? Además, como nos lo ponen “para llevar”, podemos salir del ultramarinos, alzar la mirada e imaginarnos a todos esos profesionales llegando al hotel tras trabajar en la construcción de la Plaza de España, allá por 1927 ó 28.

Volvemos a El Porvenir. Cierto es que, con el buche lleno, y volviendo por el mismo camino de vuelta, el camino se nos hace más corto y que incluso parece que vamos cuesta abajo. Nos dirigimos a uno de los ultramarinos con más solera de toda Sevilla: Casa Palacios. Como no podía ser de otra forma y siguiendo con la tónica de la tarde-noche, este ilustre negocio se encuentra situado en una esquina, la de calle Progreso con calle Porvenir. Aquí podemos elegir entre varias opciones: sentarnos en la barra del bar, abalanzarnos sobre cualquier hipotético velador vacío en la tienda, o simplemente permanecer de pie y darnos un par de vueltas por las dos zonas o salir del establecimiento y observar el escaparate. En el interior, fijaos en las piezas que se conservan desde 1926, año de fundación. Concretamente el mostrador de caoba y mármol (decían las lenguas ignorantes que estaba valorado en tres millones de las antiguas pesetas, yo diría que más) o el frontal de estanterías de la tienda. Los techos infinitos dan un aire mítico al local, casi como de catedral, en cuyas alturas se sitúan las más singulares botellas y conservas, como estatuas de santos, observando a cada cliente.

Ahora que ya hemos cogido confianza, pedimos algo a Juan Manuel, tercera generación de Palacios, y seguimos disfrutando. Si podemos seguir comiendo más ibéricos, no me lo pensaría y degustaría cualquier tapa o papelón de embutidos, jamón o incluso unos maravillosos chicharrones. Pero si queréis probar algo distinto, es imprescindible una

Queso y mejillones en Casa Palacios

tapa de mejillones en escabeche. Suelen tener una lata abierta en una de las cámaras frigoríficas del bar, donde estos colosales moluscos, nadan alegremente en una salsa fresca, ácida, untuosa y llena de matices. Como contraste con los ácidos, yo suelo pedir un papelón de queso zamorano para rematar la faena. Y si queréis que vuestras papilas gustativas os canten una saeta, y da la casualidad que es temporada, pedid un mosto nuevo del Aljarafe (en Andalucía es un vino muy joven, no confundir con el zumo de uva sin fermentar, que luego pasan desgracias), con esas notas agridulces que enjuagan nuestro paladar entre bocado y bocado.

Si abandonamos Casa Palacios por la puerta de la calle Porvenir, identificaremos la calle Santa Rosa, punto de partida de nuestra rultra, y casualmente, enclave de nuestro último ultra. Abacería Santa Rosa es un bar ultramarinos o abacería, esto es, sirve productos exclusivos para consumo únicamente dentro de sus instalaciones (aunque en tiempos pasados lo hacía también para el exterior) y además, imita la estética de una tienda tradicional de alimentación.

En invierno es aconsejable entrar y sentarse en el interior, junto a la chimenea o estufa, pero en veranos podéis quedaros más cerquita de la puerta. No obstante, querréis entrar aunque sólo sea para contemplar la curiosa y ocurrente decoración. Como bar que es, tiene guisos o platos un poco más elaborados, así que no perdáis el tiempo y probad una tapa de cuchara. Algunos quesos están francamente bien, como el sudao de Aracena (estrictamente prohibido en citas o encuentros sentimentales). Nosotros hemos optado por unas papas arrugás con mojo y una torta del casar con salmón. Cuya combinación de tonos salados y cremosos resulta explosiva en un primer flash pero paradójicamente equilibrada al pasar por el paladar. Si lo regáis con un tinto de la tierra, como hemos hecho nosotros con un Garum, puede que os saquen a hombros por la puerta grande.

Ya va siendo hora de cerrar la jornada y descansar, aunque no descarto volver por esta zona mañana mismo. Eso sí, esta vez será para correr por el Parque de María Luisa y expiar mis “pecados”.

 Quesos de Abacería Santa Rosa


 

Mapa de la zona